NOTA DE LA AUTORA: Pese a mis múltiples intentos, llevo muchas semanas sin publicar posts que tengo escritos a los que quiero adjuntar fotos y blogger, no me deja. Así que hoy publico éste, muy a mi pesar sin fotos, y me gustaría que si hay alguien que me pueda dar luz en este asunto, que lo haga. Skyzos, ¿cómo subes tú las fotos y yo no puedo?
Hace unos cuantos post os hablé de cierta llamada de teléfono para una prueba para un programa de televisión. Lo que no conté en este blog es que al cabo de los dos días, me volvieron a llamar: para ver si quería ir a grabar, ya, directamente. Bueno, el concurso en concreto era ¿Quién quiere ser millonario?, sí, ese tan conocido que presenta nuestro querido amigo Sobera, Carlos Sobera.
A los pocos días, allá que me fui pa Madrid. Dos, casi tres, horas de retraso en el aeropuerto (¿que hacer en un avión más de una hora sentada sin que haya despegado? ¿jugar a la Pasarela Gaudí por el pasillo?), pero por fín despegamos. Llegamos a la Terminal 4 de Barajas, que es inmensa y chulísima. Una cree que se va a perder y que nunca encontratrá la salida, pero al final, tras mucho andar, llego al punto de encuentro (un mostrador de una empresa de alquiler de coches) y a los 10 minutos vino el chofer. Casi todos los vuelos del resto de los concursantes venían con retraso, así que tuvimos que hacer tiempo, porque nos llevaban en furgonetas tipo Equipo A, a unas 8 personas. Al rato nos vamos de camino para el plató. He de decir que aunque en ese momento no lo sabía del todo, mis otros dos compañeros de viaje tuvieron la suerte de salir a concursar y llevarse un buen pellizco, me alegro por ellos, pero yo también podía haber sido agraciada, cosa que no resultó ser (y ya de paso lo dejo dicho, por si alquien pensaba que ya era Onassis, pues no).
Al llegar a la "tele", casi que faltaba que nos chequearan, te piden la documentación, pasas por el detector de metales... Y una vez que dejas tus cosas, van pasando una y más chicas/os de producción que te dicen dónde tienes que ir o hacer. Lo primero, dejaron los acompañantes en un salita con unos sofás, una tele y un catering. A los concursantes nos llevaron a maquillaje y peluquería. Plis plas y otro plas, en cinco minutos ya estás maquillada, super bien, que no paras de mirarte en el espejo y de decir: Con lo que tardo yo por las mañanas y no llega ni a la mitad. En peluquería, tres cuartos de lo mismo, lista y perfecta en 5 minutos. Rondaba por allí un peluquero clavadito a Jesús del Pozo, el diseñador. También había por allí una cría super emocionada a la que estaban maquillando para el concurso ese de Anabel Alonso.
De vuelta a la salita, mucha más gente había llegado nueva. Se grababan tres programas ese día y por lo tanto éramos 30 concursantes más 30 acompañantes, distribuidos en tres salas. Comimos algo y a hacer pruebas de sonido y un "ensayo" del concurso. Por los pasillos se veían los letreros de los camerinos de Teresa-no-estoy-operada-de-nada-Viejo, Jorge-menudo-tío-Fernández (qué pena no verle por alli), Jesús-que-te-calles-Karemele-Mariñas, y lo más canomori de todo, de Humberto Janeiro, el super famoso pintor (y padre de torero).
Los platós de televisión, en todo lo que no se vé, desilusiona. Todo lo que está detrás de o delante de, que no sale en pantalla, son cables por todos lados, paneles de madera sin pintar, pasillos oscuros... vamos, que de repente llegas al plató y la sorpresa es doble. Aunque por la tele todo se ve más grande. De todas formas, llegar allí, un programa tan mítico, y sentarte en la silla, pues tiene su emoción, o al menos, para mí sí. Nos hicieron pruebas de vestuario y un simulacro de concurso, nos enfocaban con la cámara (aquí tenéis que mirar, mostrad vuestra mejor sonrisa...), nos hacían una pregunta de clasificación para ver si todos los marcadores funcionaban, etcétera. Y un frío que pelaba, el aire acondicionado a todo lo que daba. Después nos cambiamos de ropa, nos pusieron el micro, y una vez que pasó el público, nos colocaron, dispuestos a grabar.
El Sobera, pues está más colgao que una paraguaya, lo digo de buen rollo, es un poco payaso, hace mil tonterías y bromas. Es algo que se agradece porque el público que lleva un rato esperando se distrae, y nosotros, que estamos tensos, nos relajamos. Y allí empezamos a grabar, comenzando por un concursante que había quedado del día anterior. Estuve bastante relajada y disfrutando, digo disfrutando de estar allí, de cuando bajan la luz y ponen la música de fondo que pone tenso a cualquiera, o al menos, le da una emoción que antes no tenía. Entre alguno de mis compañeros, se encontraban ex concursantes de otros programas como "Pasapalabra", "La Ruleta de la Fortuna", etc. Con uno de ellos comentaba las respuestas del que estaba participando. Y el plató es bastante bonito, con un montón de focos arriba y luces, ya cámaras...
Luego llegó nuestro turno. Nos presentaron a los 10 concursantes y allí salíamos todos muy sonrientes y muy guapos. Ese fue mi medio segundo de gloria, je je...
Si no lo sabéis, solo concursa 1 de los 10 que van, que es el que responde correctamente en el menor tiempo posible. A pesar de que no estaba puesta en el tema de la pregunta (toros), respondí bien, pero tardé mucho y allí nos quedamos, tristes y desconsolados, los otros 9, porque un chico fue mucho más rápido que los demás. En cuanto él respondió las 5 o 6 primeras preguntas, el tiempo del programa se acabó. Es decir, nuestro gozo en un pozo, otra vez será, mala suerte, a seguir probando...
Ohhh! Todo pasó tan rapido... Casi ni nos despedimos de nadie, salvo de Sobera, un tío majo, y los pocos que coincidimos en el aeropuerto. Así que el chófer nos llevó de vuelta a la T4, y otra vez tuve que esperar, así como unas 3 horas hasta que salía el vuelo. Bueno, me recorrí todas la tiendas del aeropuerto para matar el tiempo (jo, tíos, hasta una boutique de Carolina Herrera con fotos de ella y de la hija decorando el local, super chic) y aunque los ojos se me salían de las órbitas por encontrar a algún famoso, no ví a nadie. Al final entré en un duty free y me agencié una mega tableta de Toblerone, que es una de las cosas típicas que uno debe comprar en el aeropuerto. Que las billeteras de CH no están hechas para todos los bolsillos (y gustos) y menos si una ha vuelto igual que como llegó.
La experiencia, aunque breve y cansada, la repetiría sin dudar, ya es la segunda vez que voy a la tele y como no hay dos sin tres, a la tercera me hago millonaria. Porque... ¿quiere usted ser millonario? No, que vá hombre...