martes, julio 18, 2006

Un rayo de sol, oh oh oh. Historias de la Playa (I)

No entiendo porqué hay personas que afirman que la playa les aburre, que les cansa y que no suelen ir con frecuencia. Eso es, indudablemente, porque no se ha fijado detenidamente en el maravilloso mundo de los playas de nuestra querida España. Más concretamente hablaré de las playas familiares del lado mediterráneo y las andaluzas, puesto que las del Cantábrico no las conozco con tanto detenimiento como para poder hacer un análisis en condiciones. Para no alargarme mucho, iré enumerando las cosas que más me llaman la atención:
1.- Chiringuitos: los hay de varios tipos, desde los que sirven tintos de verano por la mañana, platos combinados a mediodía y copas por las noches, con cocos partidos por la midad que cuelgan de un cable a modo de lámparas sobre la barra, pasando por los típicos con la barca y las sardinas asadas, hasta los tipo "rollo Ibiza", con camareros super modernos y música house. éstos, una nueva generación.
2.- Gente que va a los chiringuitos: todos. Desde el super o sea que se pone camisa de manga larga para ir a la playa, alemanes e ingleses color gamba y jubilados autóctonos con camisa de manga corta con un sólo botón abrochado, gorra tipo Chanquete y palillo entre los dientes.
3.- Vigilantes y socorristas: sólo los hay de dos tipos, los buenorris y los gorditos. Los buenorris NUNCA se quitan las gafas de sol moden-nas y nunca quitan su cara de super serio "mira cómo vigilo toda la playa, es que soy un tipo competente". No se separan de sus botellas de suavizante rojas, y de vez en cuando se pasean por la orilla con otro compañero o un amigo. Los gorditos, CASI NUNCA llevan gafas de sol, CASI NUNCA van con la cara seria y cuando pasean por la playa no lo hacen con la misma solemnidad que los otros.
4.- Niños: para gustos, los colores, digo, los tipos de niños. Están los que juegan con la arena casi todo el rato. A veces se juntan con otros niños y se ponen de acuerdo en hacer algún castillo. Siempre hay uno que manda, y que dice si hay que echarle agua a la muralla que lo rodea o no. Están los que van a su bola: "Vamos a ponerle cuatro torres y chapas alrededor", y él coge los palos que se encuentra y los coloca como él quiere. Cuando lo acaban, pueden pasar dos cosas: o el mandón, cuando todos se están bañando (así, a traición) coge carrerilla y se sientan sobre la obra maestra a modo de atleta en un salto de longitud, o un lih-hto que va paseando por la orilla lo rompe, sólo por joder.
Luego están los críos que no paran de llorar. Lloran por todo. Que hay que irse a bañar, no quieren, que hay que dejarle el flotador a tu hermano pequeño, no quiere, que hay que sonarse los mocos, no quiere... y con todo lloran.
Los que más molestan son los que no paran de entrar al agua y salir, que además, sus padres están en lo más atrás. A ellos les da igual ocho que ochenta. Que pasan con la tabla de surf arrastrando por encima de tí, da lo mismo, que van trotando y te salpican de arena, les da igual. Y lo peor es que estos crios ya son mayores y se dan cuenta de muchas cosas, menos de que joden.
A mí me encantan los crios pequeños que no necesitan a nadie pa divertirse. Ellos cogen su cubo, y pretenden vaciar el Mediterráneo durante toda la mañana. Son más graciosos! con su mano pequeñica haciendo montones de arena y así pueden pasar horas y horas...
Luego están los que se empeñan en jugar a las palas (la pala pesa más que ellos, se van para atrás) y los padres acaban desesperados y con agujetas. Si eres padre y tienes niños pequeños, no seas iluso, NO COMPRES PALAS.
Luego también tenemos a los niños zampones: todo el día comiendo. Y es que la playa da hambre. Que si el Calippo, que el Cholec, el bocadillo de salchichón, un rodaja de melón...
Y luego están los crios que si tienen una necesidad pues no se la aguantan y no te extrañes de ver cosas flotando que no sean algas...
5.- Paseantes: los que recorren la orilla de la playa. Por un lado, los jubilados. Los hay algunos de color "caoba", que salen a pasear una vez que acaba el invierno y hacen el mismo ritual hasta que llega el otoño. Luego están los jubilados deportistas, que andan muy ligero, llevan su gorra y ellos van seguros de sí mismos, de "mira lo bien que está pa la edad que tiene".
Luego están los jóvenes. Si son tíos, casi siempre van, tres, no sé por qué. (Ya entraré en los tipos de tios que van a las playas, que merece un capitulo aparte). Sólo hay dos razones por las que un paseante lleve gafas de sol: una, porque realmente le molesta el sol, y dos, porque así no se nota tanto que van mirando a todas las tías. Obviamente, más el 80% lo hace por este motivo, y el que diga que no, miente. No falla. Coloca un grupito de cuatro amigas haciendo top less y ya verás qué pronto dejan de hablar estos tres y giran la cabeza pa mirar. Cuando faltan 500 metros para pasar por donde están ellas, ellos ya las han divisado...
Si se trata de tías, van cotilleando de mil cosas, también miran a ver si hay alguna joya entre la población masculina, pero mucho más disimuladas. Y luego están las que van de dos en dos o en solitario que se piensan que son modelos y van caminando como si fuera Cibeles, con cara de "parezco ajena a todo lo que me rodea, pero sé perfectamente que no paráis de mirarme", encantadas de haberse conocido. Lo que molaría que en una de esas viniera una mega ola y las pillara de sopresa
CONTINUARÁ... (Avance: Guiris, Domingueros, Moda de Baño, entre otros.)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Si estas un año en Tenerife y vas cada día a la playa, al final te cansas. Te lo digo yo que lo hice.

Anónimo dijo...

Oye, oye, oye, el levar gafas de sol por culpa del sol no excluye que también se usen para mirar a las tias de forma que no se note; experto que es uno.