lunes, noviembre 14, 2005

Hijo, ven que te arregle



El otro día, con esto de la llegada repentina del frío (hemos pasado de la manga de camisa al abrigo en cuestión de una semana), me acordé de cuando era pequeña y mi madre me vestía con esmero para que ninguna prenda se saliera de su sitio, para que no pasara frío.

1.- Cuando me vestía para ir al colegio, me subía los leotardos al estilo Julián Muñoz (es decir, por debajo del sobaco) de manera que si se bajaban a lo largo de la mañana, el desastre fuera menor.

2.- La camiseta de interior me la metía por debajo de los leotardos, of course, para que no entrase nada de frío por todo mi cuerpo.

3.- Momento abrigo, bufanda, guantes: el abrigo abrochado hasta el último botón, guantes puestos los más estirados posibles, intentando pillar parte del jersey y la bufanda cubriéndote las orejas, dejando un espacio para poder hablar y respirar pero dejando ver tan sólo los ojos. La bufanda con un par de vueltas, claro. Situación: ibas por la calle como si fueras un bloque, si te caías, nada de lo que llevabas puesto se descolocaría. Y nada de girar la cabeza para mirar a otro lado, imposible. Si llevaba gorro, entonces llevaba el pack completo.

4.- Baño: media hora antes mi madre enchufaba la estufica para que el aseo estuviera caliente. Luego, como supongo que la mayoria de los críos, juegas en la bañera hasta que se te arrugan los dedos y el agua se enfría. Momento "sal de la ducha": mi madre o mi padre me "atrapaba" en la toalla a modo de rollito de primavera y una vez seca empezaba la operación pijama: si hacía mucho frío, tocaba camiseta de interior, que se ponía por debajo del pantalón, que me subían bien alto (pantalón sobaquero, otra vez) y calcetines. Luego me ponían la bata bien sujeta y las zapatillas de estar por casa, metidas, nada de chancletear. Luego bien peinada, apestando a Nenuco y ala, ya estabas lista. El problema venía si me quería sentar en el sofá a ver un rato la tele: hasta que la ropa se aflojaba costaba coger la postura, je je.

Y por último, siempre se frotaban las manos para que estuvieran calientes y nos diera "impresión". Si es que... lo que no hagan los padres por nosotros...

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Que tielllno. Me hizo recordar como mi viejo me secaba el pelo y yo le decía que tenía frio en los pies o en las manos y me daba con el secador en los pies o en las manos.
Y mi madre, que decía, "Ay, que bien huele, ¿quien ha traido rosas?", sacandome una sonrisa tan grande que, de no tener orejas, se me volaría la parte de arriba de la cabeza...
Sniff, sniff...que tiempos aquellos.

Anónimo dijo...

Es verdad... qué tiempos aquellos. Yo no sé a vosotros pero a mi me bañaban una vez por semana, que solía ser el viernes o el sábado por la tarde. Era todo un rito.

Sra. Amparo dijo...

Y es más, me bañaba muchas veces con mi hermano, con la bañera hasta arriba, haciendo muchas espuma y los tapones de los champús eran los barcos que hacíamos navegar, aunque a veces se colaba alguna que otro juguete.