martes, febrero 19, 2008

Sara, dulce Sara

Pues resulta que, para variar en estos últimos tiempos, casi que el ordenador de casa ni se enciende en varios días y que en el trabajo, ohhh, es lo que tiene el trabajo, que no puedo, así que tengo ideas que van, que vienen y nunca sé como reconducir.


Una de mis compañeras lo está pasando regular, me refiero a su salud. Es una cosa muy muy seria y eso en el ambiente del trabajo se nota. Todos se preocupan mucho por ella, hay muchas muestras de cariño, y yo, aunque la conozco muy poco comparado con lo demás, también noto que me afecta el sentir esa preocupación verdadera que se siente al ver lo sumamente importante que es estar bien o no. Llevo ya muchos días pensando que hay cosas muy absurdas por las que me preocupo y otras que en general nos preocupan a muchos y que son gilipolleces que no te dejan disfrutar de lo que verdaderamente importa. Así que, intento recordar todos los días lo afortunada que soy al tener todo lo que tengo en mi vida y no pensar en lo que no se tiene o no se alcanza.




Esto también me recuerda que hay épocas en las que uno se plantea muchas cosas (¿era ésta la vida que yo esperaba? ¿el trabajo de mi vida?...), pero al final se llega a la conclusión de que esa eterna y repetitiva pregunta se repetirá miles de veces, y que eso formará parte de nuestra vida (y que no pasa nada por planteartelo), pero que hoy por hoy somos felices y tenemos muchas muchas cosas por las que y con las que disfrutar. Si recuerdas un momento cotidiano comouna charla con un amigo, un gesto, una risa conjunta, contemplar sin ningún motivo a una persona que quieres, disfrutar de una canción (y cantar como una loca cuando conduces en mi caso) o miles de cosas así, si eso pasa, no puedes andar muy lejos de ser feliz. Hace semanas lo comentaba con unos amigos mientras cenábamos tan contentos y emocionados, dije que ese momento tenía que ser un ejemplo indiscutible de felicidad.




Así que ya véis que esta semana vengo más profunda que otras, pero una "llamada" a la reflexión nunca está de más, y es más por mi que por los que puedan leerme, siempre escribí por "terapia personal" y nunca porque me leyeran, aunque ahora se de la posibilidad.




Bueno, pues al hilo de todo lo anterior, el sábado también fui a ver a una amiga que dió a luz a una niña linda y "rechiquita" como diría ella misma o la loca que tenemos viviendo en Castilla. ¿Por qué es casi hipnotizante ver a un bebé durmiendo tan placidamente? Ay, qué bonica es, es tan bonito... Y ahí está el dilema, porque esta niña, y que yo sepa a día de hoy, no sé realmente qué nombre tiene, aunque todo apuntaba que el nombre vencedor sería Sara. Una dulce Sara que siendo tan pequeña lo llenaba todo en esa habitación.




Y bueno, también el sábado estuve con las amigas aunque no fuera por mucho rato, y tampoco pudimos hablar de la próxima despedida de soltera (prohibido comentar nada sobre este tema aqui, es decir, sobre el destino), aunque por lo menos ya lo tenemos "medio visto", veremos a ver qué tal salen los planes...




Y también fui a ver a José Mercé, en un concierto corto (una hora) pero intenso (es decir, canta muy bien, aunque el cuadro que lleva, salvo el guitarrista, me pareció un poco flojo). Y unas cuatro canciones que me encantaron, entre ellas la de MAMY BLUE, que me transportó a una pelicula que me gustó mucho, "VIDA Y COLOR", en la que sale, entre otros, el guapo éste de moda, Miguel Ángel Silvestre (no veo la serie, por cierto) y Nadia de Santiago, que estaba nominada a actriz revelación este año en los Goya.




Es curioso, pero al ver el trailer, veo que se hace referencia a la felicidad, sin yo habérmelo propuesto.


Y el domingo tuve la típica tarde de domingo de invierno, después de una comida de esas requetebuenas que nos hacen las madres y luego manta al sofá y nos vimos otra peli triste y bonita al mismo tiempo, interpretada por la maravillosa Cándida Villar. Genial Cándida. La podría ver muchas veces, y una escena en concreto me podría hacer llorar siempre que la viera.




Y también me dejó la semana un ramo inmenso de flores que me da las mejores buenas noches de estos últimos días cuando vuelvo a casa.


Que disfruteis de la semana.
P.D. Y ya conduzco bastante bien, aunque aparcar en bateria sigue siendo la asignatura pendiente.

3 comentarios:

Meg dijo...

Llevas razón. Llegas a un punto de la vida dónde te planteas muchas cosas.

Yo, al menos, he dejado de lamentar muchas cosas de las que carecía y vivo día a día lo que me da la vida, lo cojo y no me planteo otras cosas. Es la única manera de no volverme loca, de no quedarme atrás y de estar, al menos, un poco más equilibrada que años atrás, que estaba como perro sin cencerro.

vainilla dijo...

Yo he decidido no volver a hacerme la pregunta de si llevo la vida que debo o qie quiero. Como la respuesta siempre será NO,porque la marcha atrás aquí no existe y hay cosas que ya no tienen remedio, intentaré no volver a hacer la dichosa pregunta (aunque sé que lo volveré a hacer tarde o temprano) Precioso post, por cierto

Anónimo dijo...

Nos pasamos la vida buscando algo que cada día disfrutamos. No es un enigma dónde está, es un enigma que aún no hayamos descubierto que nos acompaña cada día.

Lo sencillo es nuestro día a día, lo difícil es la felicidad.

Como dijo un gran filósofo alemán:

"Sólamente aquellos que tengan la paciencia de hacer a la perfección lo sencillo, podrían adquirir el hábito de ejecutar lo difícil con soltura"

Totas