miércoles, julio 04, 2007

Del Orgullo y otras cosas mías

El fin de semana pasado estuve en Madrid. Y el sábado estuvimos en la calle, todo el día. No había visto nunca tanta gente en la ciudad; en la Gran Vía ya se notaba el ambiente, la calle Fuencarral era un hervidero de gente, no sólo por la calle, sino en las tiendas, que no se podía ni entrar. Al llegar a Chueca os podéis imaginar. Gays, lesbianas, transexuales, heteros, gente mayor, gente joven, gente soltera, gente casada, matrimonios con niños, gente sobria, gente ebria, nacionales y extranjeros. Es decir, de todo.



Con la caló del mediodía


Bueno, pues empezamos viendo un concierto de un grupo de rock, esperando a que vinieran otros miembros de la Comisión Canomori, bebiendo cervezas a la sombrita. Cuando ya estábamos todos, nos fuimos a dar una vuelta y a comer. Después, descansamos un poco y a las 7 de la tarde estábamos en la Gran Vía, para ver la manifestación que hacía poco que acababa de empezar. Al principio no veíamos mucho, porque había como unas 5 filas de gente delante de nosotros. Y aquello iba a"trompicones", porque lo mismo pasaban grupos seguidos que había un parón impresionante. Y de repente, ahí lo vimos. Uno de los trajes del Canomori estaba en la manifestación. Una ilusión!!!



¿Quién dice que sólo es una fiesta para homosexuales? Ellas estaban en primera fila


Durante el parón, la calle se llenó de gente


Durante cerca de una hora y media, la manifestación dejó de pasar, debido a algún atasco. Entonces las filas se deshicieron y todo el mundo estaba por mitad de la calle, y fue cuando comenzamos a conocer. La primera, una señora de Huelva muy simpática, que llevaba 30 años viviendo en Madrid, y que había ido con su hija. Casi de cualquier cosa que hablábamos, ella sabía, y cuando cantábamos "Todos me miran", ella sabía que era de la Trevi. Y luego estaban un par de señoras que habían ido con su perro labrador (con visera incluida), y otras que sólo tenían ganas de bailar, (y a las que mis amigos sacaron a bailar). Y además, y es verídico, conocimos a :




- Los padres de uno de los miembros de Camela



- Un grupo de americanas



- Un indio (de la India) que trabajaba en televisión.



- El hijo del embajador de México.



(y un señor mayor, que no era gay, que sólo preguntaba que cuándo pasaban las carrozas, estaba muy interesado...)








Dos tabletas de chocolate posando


Por fin la cosa se reanudó, y las carrozas empezaron a pasar, y con ellas, abundantes musculocas (muchos de muy buen ver, otros muy artificiales y otros que daban hasta grima), transexuales, lesbianas, actores, famosos y demás. Genial, cuando en una de las carrozas, al final, sentados iban José Manuel Parada y Juanito el Golosina (éste siempre se apunta a todo). Y también vimos a La Veneno (con el novio detrás haciendo de guardaespaldas), a Boris Izaguirre (que iba con Poti y Bustamante, aunque a éstos no los vi), a la enfermera lesbiana de "Hospital Central" (Fátima Baeza), que está embarazada (yo pensaba que era sólo en la serie) de su novio, el actor este que hacía de encargado del video-club en "Aquí no hay quien viva". Y luego a Fangoria, que iban en un autobús rosa, tocando en directo y echando purpurina brillante. La verdad es que nos lo pasamos muy bien, a lo largo de las 40 y pico carrozas, bailando sin parar (aquí mi cámara se quédó sin bateria y no tengo casi testimonio gráfico). Y todo esto hasta casi las 12 de la noche.


La loca de los postes. Hasta aquí llegó la batería de mi cámara.

No llegamos a Plaza de España a ver el concierto, y nos fuimos a cenar. Pero luego nos reenganchamos a la fiesta con los demás, lo que se traduce en ir de un sitio a otro sin llegar a entrar en ningún bar porque literalmente la calle estaba llena de gente. Estuvimos en Malasaña un buen rato, creo que había un DJ pinchando y de allí nos movimos para Chueca, aunque intentar atravesar cualquiera de sus calles era imposible, lo mismo que intentar entrar a algun cuarto de baño. Un cero muy grande al Ayuntamiento de Madrid por no haber instalado muchos más servicios públicos (sólo vi 5 y era una auténtica pocilga), ya que, encima, los bares no dejaban entrar a sus aseos, bien porque estaban cerrados y sólo tenían una barra fuera o porque ponían el cartel (falso) de aseos averiados. Uno de los descubrimientos de la noche fue un artista de la copla: un señor ya mayor, con un traje confeccionado con la bandera del arco iris, peinado tipo fallera, claveles (cada uno de un color) en el pelo y pestañas postizas de arco iris. Estaba en un bar actuando para lo que parecía un grupo exclusivo de guiris, y la gente lo miraba desde fuera, asomándose a una ventana entreabierta que había.






A pesar de las zapatillas, al final los pies dolían

Después de un rato decidimos que era hora de recogerse, y esperando la hora en que abriera el metro, nos fuimos a desayunar a una churrería que estaba hasta la bandera. Lo mejor, un grupo de funcionarios que habia salido de cena por la jubilación de una de sus compañeras, y lo peor, un grupo de despedida de solteros que, atención a la originalidad, se habían puesto todos una camiseta de Superman, y al novio, la misma camiseta con una capa AZUL (que yo sepa la capa es roja). Una cara de super fiesta que llevaban todos, que hasta quitaban las ganas de desayunar.


Y así acabó el día y al despertar, vuelta a casa.

Lo que lleva de semana me ha traido unas cuantas cosas, y sobre todo, todas ellas inesperadas. Mi situación económica ha mejorado (poco, pero bueno, dos facturas pendientes ya están cobradas), y me han ofrecido (casi rogado) que vuelva a trabajar en uno de mis ex trabajos, lo que debo plantearme seriamente, cosa que haré en mis vacaciones, que están a la vuelta de la esquina. Y también estuve, sin estar, en el concierto de Maná. Es lo que tiene verlo desde la terraza de un edificio colindante al recinto, que aunque se oiga con "retardo" se oye y se ve ( por las pantallas).






1 comentario:

vainilla dijo...

Ultimamente no paras. Estupenda crónica del Orgullo, se agradece que alguien lo cuente en primera persona para los que no hemos ido nunca