No sé a vosotros, pero si hay algo que me ha alegrado estos días es la subida de temperatura. De repente, el otro día, hacía bastante calor en la calle, esta tarde a primera hora he visto a gente en camiseta de manga corta, los pocos guiris que se ven por la ciudad buscan las terrazas al aire libre para rendirse ante el Sol, y es que, con lo triste e incómodo que es el invierno, una va más contenta al trabajo si el termómetro de la calle marca unos espléndidos 17 grados a primera hora del día y el ninguna nube tapa al Loren. Sí, que lo mismo dentro de unos días vuelve a cambiar el tiempo y bajan las temperaturas, pero la primavera está a la vuelta de la esquina. Aunque el cambio de tiempo también lo nota mi cuerpo, no sé yo vosotros, pero eso de que la primavera la sangre altera debe ser verdad. Aunque a mí me pasa más del cambio primavera-verano. Pero me levanto muchas veces con los ojos muy hinchados (en cierta parte, propiciado por una alergia a algún polen desconocido que el médico no logró descubrir).
Un tipo bastante sigular y muy simpático que siempre tenía la consulta a rebosar (y vosotros diréis: ¿tanto trabajo tiene un especialista en alergias? pues sí, pero mucho mucho). Yo fui a su consulta porque hace cosa de 3 veranos, notaba que al despertarme tenía los ojos muy hinchados, otras veces se me hinchaban sin más y algún picor que otro, muy leve, en la nariz. Si habéis ido alguna vez al alergólogo, supongo que en todos será más o menos igual, pues te hacen unos 15-20 pinchacitos en cada brazo (me acuerdo de la enfermera dejándome como un colador) y en cada puntito le hacia una marca con rotulador. Luego, traía su carrito lleno de frasquitos (correspondiente a los distintos "compuestos" líquidos de las alergias, no sé como se dice en términos médicos o científicos) y en cada punto ponía una gota de un frasco distinto. Y cuando ya tienes los dos brazos adornados y vueltos del revés para que las gotas no se caigan, te tocaba esperar. En la sala de las pruebas estabas con más gente, todos con los brazos del revés, mirándolos fijamente a ver si algo reaccionaba. Siempre tenía al lado alguien que a los 10 minutos ya tenía una reacción en el brazo, le empezaba picar en algún punto. Incluso había gente que se le enrojecía por dos o tres sitios a la vez. Ha sido la única vez que me he acordado de aquel monólogo del Club de la Comedia que trataba de las mujeres mayores en las consultas de la Seguridad Social, que parecen pelearse por ver quién está peor, en plan "Uy, hija, si eso no es ná, yo sí que estoy fatal" (vamos, la que está más achuchá gana en este tipo de "rivalidad"). Pues eso, que allí todos con su alergia y yo por más que me miraba el brazo, nada, allí no hacía efecto nada, en cierto modo tenía el absurdo "deseo" de que alguna parte del brazo enrojeciera, ya véis qué gilipollez. Y una hora allí. El médico pasaba de vez en cuando y me decía: "Aquí, ná de ná". Así que la primera vez, que es cuando te hacen las pruebas de las alergias más comunes, el médico me mandó un análisis de sangre y que volviera otra vez por allí. Y cuando volví, se repitió el proceso, esa vez con alergias más raras, y nada, no hubo manera, nada me picaba. Y los análisis no decían nada. Así que el médico me dijo que tenía una alergia a un polen que podía ser el de la palmera, pero que podía ser de otra/s plantas que él no había sido capaz de detectar. Me mandó unas gotas y un medicamento para cuando me diera y me dijo que no era nada importante. Me contó una anécdota, que una vez se volvió loco con un caso de una señora; la mujer llegaba a la consulta y le decía que tenía cada dos por tres unas reacciones alérgicas impresionantes, que hasta le costaba respirar. Le hizo un montón de pruebas, hasta que al final descubrió que lo que le daba alergia eran las plumas de su loro! El médico le dijo que se tenía que deshacer del loro a la velocidad de la luz, y a la señora por poco le da la depresión porque tenía mucha debilidad con el animal, lo quería horrores, hablaba con él (podía, podía), pero que era la primera persona que conocía que presentaba esta alergia. Me estoy imaginando a la pobre mujer...
Pues eso, que con el buen tiempo se me hinchaban los ojos (el año pasado ya no me pasó ni me picaba la nariz), y por la mañana hasta que no son las 10-11, a veces tengo el pulso más acelerado. Estoy acelerá. Pero bueno, que me encanta que llegue el buen tiempo y que podamos disfrutar de él.
2 comentarios:
Puf... Dos cosas: a mí, cuando veo días como el de hoy, me acuerdo del mes de agosto y sus 45 grados... Otra, que a mí también me revoluciona el cambio, se me dispara la libido que no veas...
A mí me gusta la primavera y el otoño, justo antes y después del verano.
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